¡Le damos más importancia a las cosas, que a la naturaleza y la gente!

La economía de los materiales es un sistema en crisis que interactúa con: el medio ambiente, culturas, economías, gobiernos y pueblos. En él, se identifican los procesos básicos por los pasan todos los aparatos, electrodomésticos, en general “cosas”, cualquiera que sean. Estos procesos son: extracción, producción, distribución, consumo y disposición.


Los gobiernos, originalmente pensados por ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, lamentablemente terminaron protegiendo los intereses económicos y el poder, supeditándose a los empresarios capitalistas. En todo esto existe una realidad crítica con respecto a la extracción de recursos naturales y la destrucción del planeta, “En USA están usando más de lo que les toca”, son el 5% de la población y consumen el 30% de los recursos y generan el 30% de los desechos.


La decisión de USA es entonces, invadir y apropiarse de los recursos del tercer mundo, dado que los de ellos están agotados, sólo les queda 4% de los recursos naturales nativos y el 40% de sus recursos hídricos ya no es potable. El problema no termina aquí, dado que ellos lo están “importando” a otras regiones del mundo, acabando con los recursos de otros. Contaminando con tóxicos altamente peligrosos todo el medio ambiente incluyendo nuestra comida, vía por la cual afectan hasta la lactancia materna.


Pero... ¿Quien sería capaz de trabajar en las plantas que producen estas cosas, con estos tóxicos tan peligrosos y dañinos?. Aquí identificamos un círculo vicioso. Los desplazados por el daño al medio ambiente y hábitat, tienen que migrar buscando trabajo y bienestar, pero terminan marginados, viviendo en condiciones infrahumanas y ¡trabajando en condiciones aún peores!, la consecuencia es que este sistema no sólo consume recursos naturales sino también es un depredador de seres humanos. Las empresas tratan de externalizar los costos reales de producción y ¿quiénes sufren las consecuencias?, los pueblos devastados, sin recursos naturales, la pérdida de la salud de las personas que trabajan en la cadena de producción y la salud de millones de personas afectadas por la contaminación ambiental que cada vez produce más asma y cáncer.


De esta manera salvaje e inhumana se “externalizan los costos” para lograr cada día abaratar más los artículos que compramos.


Todo este caótico sistema, tiene como fin convertirnos en una sociedad consumista. Aunque realmente no necesitemos lo que compramos igual lo compramos, o en todo caso, lo sustituimos, por dos conceptos que explicaré a continuación: la obsolescencia programada, que no es más que el diseño de todos los artículos que compramos está pensado en dañarse en un tiempo promedio para obligarnos a comprar otro para reemplazar el que se nos averió, y la obsolescencia percibida que es el ataque mediático publicitario al que estamos sometidos todos los días, alimentando nuestra inconformidad y obligándonos a sentirnos mal con lo que tenemos y salir corriendo a comprar más cosas inútiles que al cabo de seis meses terminan en su totalidad (o casi, más o menos 99%) en la basura, contribuyendo una vez más a la contaminación del planeta.


Lo peor es que la basura o se vierte en “rellenos sanitarios” que contaminan la tierra y el agua, o aún peor, ¡se quema!, generando toxinas aún más peligrosas que las utilizadas en la producción y que esta vez son lanzadas al medio ambiente por un medio que no distingue fronteras ni razas: el aire. Entre estas se encuentra una toxina conocida como la más peligrosa y contaminante del mundo , la dioxina.


Más importante que todo lo que les he comentado es la conclusión que podemos obtener de esto.


Este sistema se ideó por los Estados Unidos en los años 50, y precisamente de esa fecha para acá las estadísticas de ese país indican un continuo descenso de la felicidad de la población, pero... ¿Porqué?.


Porque nos han convertido en máquinas inmersas dentro de un ciclo perverso de: trabaja para pagar, compra, ve publicidad, duerme, trabaja, compra, ve publicidad, duerme, trabaja, compra, ve publicidad, duerme, etc, etc, etc. Aniquilando nuestras posibilidades y tiempo de hacer lo que realmente nos hace felices: compartir con nuestra familia, amigos, entreternos, pensar, jugar, meditar, disfrutar, vivir!!!.


La solución de este problema no es fácil, casi nunca encontraremos un problema de fácil solución cuando se toquen tópicos de esta naturaleza y dimensión, pero definitivamente hay que generar cambios en la sociedad que permitan a mediano plazo, sino revertir los efectos de este sistema, al menos neutralizarlo.


Es necesario educar a nuestros niños para respetar y preservar el medio ambiente, en necesario crear una “cultura ecológica” en la escuela y generar leyes que obliguen a los mayores a practicar con sus hijos la puesta en práctica de esa “cultura ecológica”, obligándolos a no botar basura en la calle, a usar los recipientes adecuados para la basura, a reciclar en todas partes (hogar, trabajo, calle), a limitar la cantidad de desechos promedio por habitante, etc, etc, etc. Seguramente a ustedes se les ocurrirá otras más.


La tarea es ahora, para luego es tarde, se nos agota el planeta y le estamos dando valor a las cosas cuando lo realmente valioso es la naturaleza y la gente.

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